¿A cuántos, nos les ha dejado inmóvil el hecho de estar a oscuras en un lugar?
Contamos con una luz radiante que nos permite mover con plena libertad, pero de pronto ¡Puf! ya no está.
Quedamos tan quietos en ese lugar, debido a que no somos capaces de movernos –al instante- por temor a no saber dónde dirigir nuestros pasos, aun cuando el lugar resulte conocido.
Este Salmo de David, muy conocido; nos ilustra un poco sobre esa luz que tanto necesitamos en medio de la obscuridad.
“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”[Salmo 119:105]
Otra versión nos dice:“Lámpara es para mis pies tu palabra y luz para mi senda”
Aquí vemos la naturaleza de la Palabra de Dios: lámpara y luz. –Matew Henry-.
Imagina que en medio de esa oscuridad, una luz ilumine tus pies, de tal manera que dirija tus pasos. ¡Posiblemente la seguirás!
Igual sucede con la palabra de Dios; cuando nosotros nos encontramos lejos del Señor y no tenemos su Palabra, simplemente estamos perdidos, a oscuras; y con gran certeza tropezaremos a menudo. Mas cuando permites que Su Palabra guié tu vida-leyéndola a diario y obedeciendo a Su voz- aun en medio de la oscuridad (este mundo) sabrás a donde transitar, pues tus pasos serán alumbrados por ella.
Así que amado(a), permite que la Palabra de nuestro buen Dios dirija tus pasos cada día, y aun en medio de la angustia, el dolor, la preocupación, tú puedas caminar confiado siguiendo su luz y descansando en Él.
Dios les bendiga!
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