Ella
era una chica tímida que iba todos los domingos al servicio dominical, hacía su devocional todos los días bien
temprano en la mañana, mantenía una buena relación con el Señor mediante la
oración, inclusive su manera de vestir y hablar agradaba a Dios. Era vista por
todas las personas de la iglesia como una sierva temerosa bajo los ojos del
Señor.
No era una cristiana pasiva; servía al Señor en su iglesia de manera
frecuente con mucha alegría y humildad, era una chica que todo hombre de Dios
desearía tener.
Pero
un día, puso su mirada en otro chico que iba frecuentemente a la iglesia.En
apariencia era un buen chico, sus hombros amplios y fuertes demostraban ser un
hombre protector, su sonrisa la deslumbraba, hasta el punto de hacer su corazón
latir tan fuerte que más pronto que tarde puso esto en oración y le pidió al
Señor un hombre como él.
Rápidamente
su fe y sus esperanzas se pusieron en ese chico que le empezaba a gustar: ¿Será
que le gustaré? –Se preguntaba – ¿y si me pongo
más bonita para que él se fijé en mi? Hmm..¿qué tal si me
siento en la misma banca donde él se sienta?,¿Y si lo
invito al grupo de jóvenes de los sábados?. Todas estas
estrategias se empezaron a formar en aquella chica que buscaba (por lo menos en
su mente) agradar a Dios con esta futura relación. La “química” fue casi
instantánea, sus miradas se encontraban a cada rato y el proceso de atracción
se consolidó por unos cuantos mensajes de texto.
Comenzaron
a salir, se encontraban en la plaza, a veces iban a tomar un helado y todo
fluía con naturalidad, parecían la pareja perfecta. Inclusive ella faltaba a
unas cuantas veces a su célula y al grupo de oración para estar con él. Cuando
se sentaban los domingos juntos a escuchar el servicio, eran más las agarradas
de mano y las miradas más importantes que el sermón del día.
Poco
a poco su pasión por el Señor se fue apagando como aquella vela que llega a su
final y su espiritualidad fue cediendo cada vez más por el fuerte deseo de
estar con él.
Un
día, ella fue al centro comercial a comprarle un regalo a su flamante novio.
Planeaba darle una sorpresa, así que compró el regalo y se lo fue a llevar.
Cuando estaba llegando al sitio donde él normalmente estaba, se encontró con
una escena que la dejó helada y sin aliento: Su novio estaba hablando y
coqueteando con otra chica, lo miraba profundamente, inclusive sus manos
estaban tocando su pecho. No hizo nada en ese momento, sino que se devolvió y
enseguida derramo sus lágrimas pidiéndole al Señor una explicación. Ella le
pidió a Dios que le mostrara su voluntad para con esa relación.
Otro
día fueron al cine, él aparentaba ser totalmente normal con ella, pero la duda
estaba en su corazón. En un descuido, y en un arrebato de celos aprovechó que
él se fue al baño y tomó su celular para espiar sus mensajes. Encontró que
varias chicas le escribían para salir con él, inclusive fotos y vídeos indecentes. Su mirada fija cayó lentamente y su confianza puesta en aquel chico
fue traicionada vilmente, su corazón estaba destrozado.
¿Por
qué me pasó esto si quería agradar al Señor con mi vida? – Se pregunta con
lágrimas en los ojos. Ese chico perfecto y aparentemente “cristiano” no era más
que un patán con todo y zapatos!
Así como esta historia le ocurrió a esta chica, seguro que
a ti o a otra persona que conoces le ha pasado, poner su corazón y sus
esperanzas en alguien que no lo merece y no vale la pena, al punto de perder el
equilibro emocional y poner su fe a prueba. La palabra de Dios, siempre tan
sabia, nos advierte de este peligro que corremos todos los jóvenes en algún
momento en nuestras vidas. Quiero darte varias recomendaciones para que guardes
tu corazón y ya no sufras más:
1)
Examina tu vida delante los ojos de Dios y reconoce que eres vulnerable
En Romanos 7:18-19 dice: Yo sé que en mí, es decir, en
mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no
soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero. Vinimos siendo pecadores a este
mundo, nuestra naturaleza es de pecado y siempre vamos a tener tendencia a
pecar,a observar y a codiciar a hombres que te parecen atractivos (inclusive
con novia y hasta casados!) y a ser tentados por el mundo. Sino reconocemos
nuestra vulnerabilidad y que somos débiles en la carne, no podremos enfrentar
adecuadamente las tentaciones que vienen a nuestras vidas (1 Cor 10:12).
2) Ponte límites adecuados, si sabes que el
fuego quema, mejor apártate
Fuimos
creados por Dios como seres sociales y sexuales (Gen. 2:18,24). El deseo sexual
entre una mujer y un hombre fue creado por Dios y no podemos simplemente
“apagarlo” (aunque sería genial algunas veces!). Así que pon a raya a todos
esos chicos que simplemente te quieren como un trofeo de caza, y esos hombres
que buscan solo un rato “chévere” contigo (1 Pedro 5:8). Una relación de
amistad cercana es suficiente para comenzar, si tus objetivos son de empezar a
buscar tu futuro esposo. Lo otro es que cuides mucho tu imagen y la forma de
vestir, porque nosotros los hombres somos muy visuales y nos llama mucho la
atención el cuerpo de una mujer. Esta es un arma de doble filo, y podrías
despertar el tigre que hay en ellos.
Cuida
tus abrazos, algunos hombres son especialmente susceptibles a eso. Un
mandamiento del Señor es amar a nuestros semejantes, así que no es sano que
andes tocando mucho (si no te interesa ese chico) porque puedes hacerlo pecar
de pensamiento o acción.
3) Pon tu mirada fija en Dios por sobre todas
las cosas
Debes poner tu
confianza en Dios y no en los hombres, esa es la clave para que no sufras por
un chico que no te merece (Salmos 40:4). Una mujer que desvía su mirada, como
la chica de la historia, simplemente no busca un chico para satisfacer a Dios
sino a su propia carne. Si pierdes el enfoque, no encontrarás nada bueno,
porque un hombre de Dios puede capar fácilmente y discernir en tus propias
acciones. Si vas a la iglesia para buscar chicos simplemente, tu corazón esta
errado y serás descartada fácilmente por los hombres que sí vale la pena. (2 Tim 2:22)
4) Es mejor estar sola que mal acompañada
El
yugo desigual que nos habla Pablo en 2
Corintios 6:14 no
solamente habla de evitar emociones sentimentales y amistad cercana con los chicos
que no son cristianos, es más amplio. En general evita a los chicos que dicen
ser “cristianos” pero no demuestran una madurez espiritual y servicio al Señor,
que por cierto, de eso hay mucho en las iglesias de hoy en día. Si es digno de
ti debe primero demostrárselo a Dios y luego a ti, para que puedas aceptarlo.
No
le hagas trampas a Dios. Llevar a un chico que te gusta a la iglesia para
tratar de “meterlo” a cristiano no es salvarlo para Dios sino para ti, esto es
signo de inmadurez aparte que es pecado. No debes poner tu corazón en un hombre
que no está aprobado por Dios. Ahórrate malos entendidos en el futuro y evita
este tipo de personas.
A
veces la soledad se convierte en una prueba de fidelidad a Dios. No desmayes!
5) Dile NO al pecado
Puedes tener
proposiciones tentadoras en el mundo y hasta en la propia iglesia, algunas
cristianas inmaduras prefieren más bien a los chicos malos que no tienen a Dios
en su corazón que a los que están consagrados solo porque las hacen sentir
bien. Evita ser relacionada con hombres del mundo, evita estar a solas con otro
chico que no tiene intenciones dignas contigo. No contestes mensajes de hombres
que intentan seducirte para quedarse a solas contigo!
6) Espera en Dios, te dará lo que necesitas el
momento adecuado
Cómo
dije en el punto cuatro, a
veces la soledad se convierte en una prueba. Este tema es digno de un post
completo. Como recomendación trata de no pensar en eso, porque Satanás puede
aprovechar una bajada de ánimo para tentarte. A veces lo que te parece a ti no
es lo que realmente es. Si tu mirada está puesta en Dios y te guardas para él,
te seguro que más de chico ya te ha estudiado (¡si!
Los hombres estudiamos a las mujeres todo el tiempo) Quizás tu próximo esposo está en tu
propias narices y ni te has fijado!, solo Dios pone el querer como el hacer en
nuestros corazones y en su momento (y no en el tuyo) es que él se va
glorificar.
¡Nos
vemos en el espejo!
Eliath González
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