Hermosos son los pies de los que anuncian la paz (Rom 10:15)
Presentar el mensaje de la cruz
muchas veces no resulta tan fácil; una de las cosas que en mí se han presentado,
en relación a ello, es el hecho de establecer una conversación con personas
desconocidas. Quizá sea esta la situación de muchos; pero sea cual sea nuestra
lucha en cierta forma debemos buscar las maneras de compartir nuestra fe.
Compartir el evangelio no es sólo
para pastores y maestros, es para todos los profesantes, así es que todos
tenemos la responsabilidad de comunicar lo que hemos recibido de Dios.
He aquí el tercer elemento:
"La Evangelización"
Antes de entrar en su desarrollo,
me gustaría puedas pensar en estas preguntas:
¿Crees que compartir las buenas nuevas de salvación sea
opcional, podrías decidir si hacerlo o no? ¿Por qué?
¿Tu vida es una “biblia” que puede reflejar a Jesús sin
necesidad de palabras?
Ciertamente Jesús nos dejo una orden (Mateo 28:19) “Por tanto, id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”
Este término <Id> es el modo imperativo del verbo “ir”
y esto no es más que moverse de un lugar a otro a realizar una determinada
función o tarea. Es decir que por ser una orden no puede ser considerada como
una opción, es por ello que cada creyente ha de estimar seriamente este mandato
dejado por el Señor Jesús.
Si el evangelismo (ya sea
relacional o colectivo) ha sido establecido por Dios mismo como una orden no removida,
ciertamente ha de ser muy importante, y lo es. Si los primeros cristianos no
hubieran compartido su fe y la obra de Jesús, con seguridad tu ni yo conoceríamos
de esa gracia; pero era necesario que se compartiera, con el propósito de que “todo aquel
que en él cree, no se pierda sino que tenga vida eterna” (Jn 3:16); por
tanto al evaluar este cuadro notamos que este mandato no es más que para
beneficio de la humanidad.
La pregunta sería entonces ¿Qué
tan dispuesto estamos a obedecer esta orden?
Algo que debemos tomar muy en
cuenta es que al compartir el evangelio, más que llenar de palabras a quienes
nos escuchan es poder de alguna manera satisfacer sus necesidades, dedicarles
tiempo, hacer que nuestro mensaje sea real y genuino por medio de nuestras
acciones; y que nuestra vida refleje lo que profesamos.
El Señor nos ayude y coloque de
su amor en nosotros cada día más.
Jóvenes comprometidos con su Dios:
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